
De qué escribo cuando escribo de comer.
Releyendo el pasado, pareciera que de cualquier otra cosa, menos de comer...
Aunque en verdad, hay momentos en que eso da un poco lo mismo.
Ejemplo:
Escrito el 15 de Julio de 2006:
El Giratorio: No el qué sino el cómo
Con mi amada, nuestra "Primera Cita" - en el sentido antiguo, de las glamorosas y formales salidas a comer del novio con la novia, nerviosas y empaquetadas - fue en un restaurant bastante conocido en Santiago: El Giratorio, de Providencia (no confundir con el de Valparaiso, filial del Coco Loco, el cual no he tenido el gusto de conocer...)
Nos juntamos en la tarde, ambos bien emperifollados (siguiendo con la idea de lo old fashion), y nos dirigimos a la vetusta torre que se alza anónima, pero digna en el centro de Providencia. A la entrada, un atento portero nos hace pasar y nos pregunta a cual restaurant vamos. Claro, porque hay dos restaurant en lo alto del edificio: El Giratorio y La Estancia. Como podrán adivinar, uno de ellos gira y el otro se queda estanco. Ese día era algo especial, e ibamos decididos a optar por el que gira.
Tras la respuesta, nos conducen a un ascensor de esos a la antigua, onda 70-80 (de la época del edificio), casi con botones plásticos, y casi con un ascensorista de traje y fez rojo. Al llegar al ultimo nivel, nos reciben nuevamente muy cortesmente, y nos conducen en un ascensor pequeñito por el ultimo tramo hacia lo mas alto del edificio. Las luces de la ciudad nos reciben en 360 grados, y me percato que no importa mucho que mesa elija, eventualmente tendré todas las vistas alguna vez.
Providencia resplandecía preciosa, con la luz fluorescente de sus edificios cercanos, y los puntos halógenos a la distancia. Una urbe hablando de una modernidad que se resistía a cambiar, y aceptaba edificios de ultima tecnología conviviendo en pecado con muros cortinas salpicados de equipos de aire acondicionado...
Mmm... ¿Y la comida? - se preguntarán ustedes.
Lo mas sorprendente de esta historia es que no recuerdo para nada lo que comimos. No es por echarle la culpa al chef, pero creo que la cena debe haber sido una de esas que llamo "habituales": un aperitivo de pisco sour, una entrada (¿machas a la parmesana?), quizás palta u otros pastos, una carne ya sea de vacuno, o pollo, con un agregado rico (posiblemente más vegetales, o algo que tenga papa), y un postre que debe haber tenido algo de chocolate. Ah! y unos panecillos con mantequilla y/o pebre para engañar al estomago.
Todo esto lo digo no para desmerecer al restaurant, ni queriendo decir que su comida es "olvidable", sino que pienso que en estos tiempo, son varios los restaurants donde es posible tener como configuración estos menús, que se han vuelto un sinónimo de la "cena formal" (Eladio, Los Buenos Muchachos, El Parrón, etc.). Son la fórmula de las fiestas de fin de año en los trabajos, de los matrimonios mas tradicionales, del almuerzo ejecutivo.
Y por qué no, de la Cena Romántica, a la luz de las velas.
La costumbre nos ha hecho adoptar esos menús, quizá demasiado tradicionales para algunos, pero que a mi juicio logran un imperceptible pero positivo efecto: en estas circunstancias especiales, lo importante no pasa a ser la cena en sí, como podría ser en uno de los tantos restauranes étnicos o novedosos que he visitado, sino la compañía. La experiencia de compartir estos alimentos con tus seres queridos, o aquellos cercanos a tí. Lo que se dice, lo que se hace. Y por supuesto el dónde, actuando como telón de fondo a la situación.
Una instancia como El Giratorio, donde la innovación en el lugar siempre me va a parecer atractiva (aún cuando sigo siendo un buscador compulsivo de sabores antes que nada). Y más atractiva aún cuando esta innovación, este descubrimiento, lo compartes con los que amas.
Contrario a lo que alguna vez pensé, o a lo que les pueden haber dicho, El Giratorio no marea, pero gusta. Y debe ser porque, pese al paso de los años, la gente sigue en busca de lo mismo, pero nunca igual.
***
* Y adivinen cuál sería el lugar, donde varios años después, recibiría un "Sí" por respuesta. Y adivinen si recuerdo acaso lo que comimos :)
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