
"Dignum Est"
¿Cuál es el fin de hablar de comida, de bebida, o de todo aquello que contribuye humildemente a la ilusión del placer en este terrible mundo?
Es la creación del oasis, y proyectar la experiencia a quien se tiene afecto.
Mediante la memoria, revivir.
No escribo bien. Bastante pésimo creo yo. Pero supongo que algún día tenía que tratar de agrupar todos esos comentarios dispares sobre los lugares que visito, y que pienso son lo suficientemente dignos para recomendar a mis amistades. No creo poder hacerlo de forma muy constante, pero no pierdo nada con intentarlo. Lo que sí, antes de presentar el presente, hay mucho de pasado por visitar.
Este Blog comienza con un recuerdo (¿cuál no?).
Escrito el 11 de Julio de 2006:
DIM SUM, el Imperio de los Sentidos
Existen algunos momentos en la vida de todo hombre que se vuelven inolvidables. Ya sea un sueño, una promesa, un olor o una palabra.
De mi amada, debo contarles que ella fue protagonista de uno de esos momentos.
Era el año 2004 o 2005. No recuerdo bien. Habíamos encontrado nuestro Santo Grial Gulistico. Nuestro Big Kahuna. Nuestro rincón donde la variedad de sabores, olores, texturas y sonidos, superaban todo lo que conocíamos a la fecha.
En Pedro de Valdivia, en ese pequeño tramo entre Costanera y Providencia, encontramos lo que realmente podíamos llamar "la comida china diferente". El Restaurant Dim Sum resumía todo lo perfecto que podia llegar a ser un local de comida china: una arquitectura minimalista, con vistosos peces en globos de vidrio, velas y maderas oscuras; una música new age-techno-smooth (según la ocasión); pero por sobre todo, un tipo y sistema de comida absolutamente novedoso para nosotros.
Meseras de oriental atuendo negro empujaban carritos cargados de pequeñas bandejas de madera, cilíndricas, con pequeños bocadillos cocinados fritos, hervidos o al vapor. Se acercaban a la mesa, mostraban el contenido de las cestitas, y si a uno le apetecía, la dejaban en la mesa para el goce del comensal. Pasaban los minutos y aparecía otro carrito. Y luego otro. Y otro. Todos los carritos que uno quiera. Y lo mejor, por un precio realmente bajo en esa época.
Algunas de las delicias que recuerdo eran los pequeños "saquitos" de masa frita o hervida, rellenas con vegetales o pescados o pollo; los deliciosos panecillos hervidos, dulces y rellenos de pollo; wantanes que hacían ver a sus parientes como los flacos de la familia; bolitas de arroz perla rebozadas en jamón; empanaditas de curry.... todo acompañado por exquisitas salsas de cilantro (u otras cosas que jamas averiguamos), y un arroz aderezado con aceite de sésamo. Ah! y mi amada a veces optaba por cambiar su Coca Light por un té helado, refrescante como pocos.
Todos los meses el menú variaba, y a veces, nos ofrecían paralelamente al menú, cosas increíblemente aún más ricas, como saquitos rellenos de jaiba, o pinzas apanadas... era el paraíso.
Una tarde en el restaurant, mire a mi amada, feliz al frente mío. Vestía su blusa celeste, y me miraba con una sonrisa. De fondo, se veía el muro amarillo del local, con sus adornos orientales rojos, mientras que desde el patio interior, por entre los verdes bambú, se asomaba la luz del sol.
En ese momento me percaté que ese instante no se repetiría jamas. Nunca estarían simultáneamente de forma más perfecta los colores dispuestos, ni nuestro amor más feliz, ni los sabores más gratos en el paladar, como esa tarde frente a mi amada.
Y ese momento se convirtió en inolvidable...
Pasó el tiempo, y el restaurant cerró. A la fecha no hemos vuelto a saber de nada que se le parezca.
Pero aunque pase mucho tiempo, den por seguro que hay dos personitas en este mundo, que jamás se olvidarán del Dim Sum.
***
* (01/04/2014: Y al día de hoy, jamás olvidan.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario