
Hace casi 8 años atrás, sólo escribí unas cinco veces para un blog que nunca fue. El poco tiempo, y las ganas de hacer muchas otras cosas, conspiraron contra lo que en algún momento no fue más que un juego, sin audiencia, ni estimados a quien compartir.
La vida y la comida siguieron su curso, siempre presentes, siempre en busca de lo desconocido, lo novedoso. Del placer y la felicidad.
Los tiempos cambian, mas no las esencias. Y por eso, estamos aquí otra vez, para dar una segunda oportunidad a algo que de todas formas no será más que un juego, quizá esta vez con un poco más de audiencia.
Escrito el 26 de Julio de 2006.
Benihana of Tokyo: The Master of the Flying Teppanyaki
Para mi cumpleaños, yo quería comer en el Benihana of Tokyo.
Estabamos con mi amada y un amigo. Fue un dia de lluvia, como hoy pero no tanto, donde hacía frío y nostalgia. Nostalgia no como de esas peliculas setenteras, ni como los perfumes de Adrian Veidt, sino aquella similar a estar mascando un chicle con sabor a nada, y que a la vez te recuerda algo. Lamentablemente, a muchos se les ocurrió ir al Benihana esa misma tarde, al mismo tiempo, dejándonos sin mesa.
Había pensado que mi cumpleaños sería quizá una buena ocasión para probar el ya mítico (sólo por su nombre) "Crazy Samurai", supuestamente una de las especialidades de ese local de comida típica japonesa, donde tambien sirven Sushi, pero más caro que en otros lados. El Benihana brilla exclusivamente por ser de los pocos restaurants que aquí en Chile ofrecen Teppanyaki.
Teppanyaki es como llaman en Japón al mismo tipo de cocina que hacen aquí en Chile en las fuentes de soda, con la excepción que en Japón ahorran espacio y dejan la plancha de cocina y la mesa del cliente en un solo mueble, ademas de usar ingredientes bastante más exóticos que los para hacer un barros luco. Pero al igual que aquí, el cliente ve lo que le cocinan, que ingredientes usan, cuanta cocción le dan a una u otra cosa, y de paso, ve también como limpian la plancha después de cocinar. Sólo que en la cocina Teppanyaki, lo ve más de cerca: en un abrir y cerrar de ojos, todos esos sabores misteriosos del oriente, tienen un origen, una historia, un currículum, antes de llegar a nuestra boca.
Comimos en el Benihana para nuestro trigésimo séptimo cumple mes con mi amada. Un chef autodidacta, experto en en el fino arte de hacer malabarismos varios con todos los utensilios de cocina e ingredientes, preparó ante nosotros y otras dos parejas desconocidas (porque las mesas se comparten) una exquisita comida: rica en camarones, arroces fritos, verduras sancochadas, salsa de ostiones, todo después de una rica sopa y una tradicional ensalada, y antes del te de jazmín de cierre.
No solo era muy entretenido ver al chef lanzar la sal hacia su sombrero, o lanzar los camarones hacia los platos de los comensales (con el mío falló eso sí), sino que la comida era sorprendentemente rica, con sabores no tradicionales ni siquiera en la comida china, y lejos de lo que cualquier persona en Chile entendería por cocina japonesa.
Ese día lluvioso, el local estaba más que lleno. Me tuve que consolar a medias jugando el flipper de los locos Addams (y digo a medias, porque la bola retenida por Dedos se quedaba pegada a la salida del pantano), y con un rico pastel de jaiba con lomo de carne en otro local del cual les hablare algún día.
Eventualmente, sé que volveré al Benihana. Y no una vez espero. Y ojala, por lo menos una vez al año. Como mi cumpleaños.
***
* No sé donde habré comido ese pastel de jaiba con lomo de carne. Asi que siento decirles que no les podré hablar de ello algún día. El Benihana tampoco existe ya por estos lados. Alguna vez, tienen que haber decidido que hacer show frente a las mesas no era tan rentable. Afortunadamente, existen alternativas, pero de esas sí les hablaré - espero - en otra oportunidad.