lunes, 23 de junio de 2014

(Reloaded 3 de 5): Pizza.

Signore

Si hay algo que de una forma u otra me ha acompañado buena parte de mi vida, son las pizzas. Bueno, y las hamburguesas, pero yo diría que mucho más las pizzas. Tengo asociado a las pizzas tantos momentos de mi vida, que me parecen algo tan natural en el ambiente, como el sol y las estrellas. Parece exageración, pero es verdad. No son complejas, todas son personalizadas. No existe "la" forma de hacerlas. Ya sea una hallulla con ketchup, jamón, queso y orégano, hasta una de masa reposada a la piedra, con mozzarella de búfala campana. Ambas son pizzas, y están ok. 

Es pizza, de la Pizza Hut, donde íbamos con toda mi familia de paseo cuando salíamos los fines de semana a comer fuera, cuando era tarde y hacía frío (porque si era almuerzo, normalmente era comida china). Es pizza, tamaño individual, marca ideal, con una lonja cuadrada de jamón, queso y una aceituna, la que comía algunas veces antes de salir al colegio cuando niño.

Era pizza hasta salirse por las orejas las que comíamos con compañeros de colegio en esa tóxica promoción de festín a la romana. Es pizza hecha en casa, amasada de forma perfecta, la que prepara mi cuñado y está entre las mejores del mundo. Es pizza sólo con orégano la que comíamos en una cabaña en Con Con en los paseos junto con mi querido curso del colegio. Es pizza sólo con queso y aceitunas verdes la que comimos con mi padre y madre en un bolichito de Mendoza.

Es pizza (casi) esa masa semi cruda con queso que venden en ese horrendo local que se llama Ugi's. Es pizza esa infinita fuente de felicidad que ofrecen en Cici's en Lufkin, Texas. Es Pizza de Pisa la mejor del mundo, Marinara de Il Montino: sólo con salsa de tomate y ajo. Es pizza hecha a la antigua la de Lombardis en Little Italy, New York, y la que tiene los ingredientes más frescos. Es pizza con chocolate y leche condensada esa cosa rara que ofrecen como postre en Los Insaciables. Y también es pizza ese pedazo desarmado cortado con tijera en el Pizzarium de Roma, ahí mismo detrás del Vaticano.

Es la que acompaña la Quilmes en La Continental, ahí cerca del Congreso en Buenos Aires. Es la que mide casi un metro de diámetro, y posee un jamón perfecto en Buzios. La que tiene una especia mentolada en Orlando, Florida. Es la Telepizza fría con salsa barbacoa a las cinco de la mañana, en la casa de un amigo. Es esa con pepperoni que reconfortó a mi hermana del frío tras un largo viaje. 

Es la que te traían en 30 minutos, pero que nunca fue gratis. Es la que venía con el borde relleno de queso, con masa gruesa, intermedia o delgada, cuadrada, rectangular, redonda, en triángulo. Individual, familiar o XL. 

Perdí la cuenta. Todas son pizzas y todas estuvieron allí para mí, en algún momento de mi vida.

* * *

Sanhattan (cortesía www.signore.cl)

Ahora, la recomendación: hoy por hoy, y reconociendo que aun me falta probar varios buenos datos que me dieron, si quiere probar una pizza exquisita vaya al "Signore" (www.signore.cl). Pida un shop Imperial de medio, una Sanhattan (Salsa de Pomodoro Italiana, Mozzarella Fior di Latte, Aceitunas, Albahaca, Salame y Ricotta), aliñe con el sabroso merken ahumado de los especieros, y disfrute. Lo mejor, aprecie cada bocado de esa exquisita masa, que no tiene ese ese tostado-quemad de la pizza a la piedra, ni el grosor exagerado de las pizzas de cadena, sino un sabor suave y preciso. No se arrepentirá.







lunes, 9 de junio de 2014

(Reloaded 2 de 5): Un poquito de Italia

Ñoquis. Gnocchis.

Repensando esos vetustos flashbacks, toca el turno esta vez de recargar las pastas. Ya no más Piccola Italia. Su abundancia no lograron compensar la acidez tras comerla, ni su hora felice hacer olvidar el impasse del reportaje sobre el lavado de pastas. Y si bien la idea es nombrar algunos lugares donde ir a comer ahora pastas dignas, mi verdadero consejo apuntará al qué comer cuando queremos comer pastas.

Pizza Napoli (Av. 11 de Septiembre 1945, Providencia - hay varias sucursales)

Si bien no es el mejor ejemplo de lo que deben ser unas ricas pastas (me atrevería a decir que son sólo un poco mejores que la Piccola), logra ser mencionada por un gran aporte: su salsa Diabla, en base a salsa de tomates con alcaparras, champiñones, aceitunas y mucho ají. Por un módico precio, es un manjar increíble cuando se tiene hambre y frío. Con ñoquis o spaguettis, da lo mismo, dénle una oportunidad.

Golfo di Napoli (Irarrázaval 2423 , Ñuñoa)

Una verdadera picada, de tomo y lomo, es este pequeño local, que adorna este post con sus fotos. Barato, más abundante que cualquier lugar que recuerdo, atendido por su dueño italiano, que te recibe en la puerta con una sonrisa (tras perder un poco la tuya, debido a la espera de casi 40 minutos). La carta acotada, justa, y que entrega platos enormes de ricas pastas. Las pastas son aceptables pero, si bien buenas, las recetas no eran exactamente como las originales italianas (el carbonara nadaba un poco en crema). La salsa arrabiata estaba exquisita. Hay que venir con paciencia y ganas de comer todo lo que se cruce por delante. Muy recomendable si se quiere gasta poco y comer harto.

Los faraónicos platos del Golfo di Napoli
Rivoli (Nueva de Lyon 77, Providencia)

El mejor dentro de lo que he probado hasta ahora en Santiago, el restaurant Rívoli tiene un nivel de calidad enorme, pero por un precio. El pan con aceite de oliva, ambos elaborados para el local, desaparece de la mesa cuando nos dejamos caer. Los antipastos discretos pero sabrosos, se han simplificado un poco (en un principio traían unas berenjenas encurtidas deliciosas). Las pastas, con recetas correctas, sabrosas y en una cantidad aceptable. Postres, rissottos, todo es bueno en este castillo italiano, bajo el ojo atento de su chef Massimo Funari. Es un restaurant imperdible, pero más caro de lo que me gustaría. Para conocer al menos una vez.

Da Noi (Avda. Italia, 1791, Ñuñoa)

Éste sí. Muchos pueden decir que desde que cambiaron los dueños ya no es lo mismo de antes, etc, pero yo al menos les digo que si hay un restaurant que balancee excelente cocina, precios, ambiente, atención, etc. es esta trattoria de la avda. Italia. Y la recomendación mandatoria: pida la Pasticiatta. Siento no tener fotos de ese plato sublime (definitivamente dentro de mis 10 favoritos de toda la vida) donde salsas rojas, pesto, crema, ajo y quesos gratinados ocultan una plato de pastas artesanales surtidas, donde se disfruta cada bocado. Iría mil veces, y seguiría llendo. 

***

Otros muchos que casi lograron ser mencionados: el Da Renzo, de Guardia Vieja (que no era malo, pero su lasagna medio desarmada y sosa le jugaron en contra); el Bel Paese de Apoquindo (ya no existe, y salvo un rissotto entretenido no era tan bueno y sí era super caro); el Domenica de Tobalaba (que es donde se fueron los dueños del Da Noi, pero que quizá por darle pocas oportunidades no nos ha sorprendido) y el Da Carla de MacIver (encontre rico, pero poco y caro). Me falta aun conocer el Nolita, de Isidora Goyenechea, que creo que es el único que podría estar en un nivel parecido al Rívoli (de esos buenos, pero caros).

Ahora, el verdadero consejo:

El secreto de la verdadera cocina italiana es la simplicidad. Hacer lo máximo del plato, con lo mínimo. Las preparaciones donde realmente resaltan los sabores, donde se aprecia mejor la calidad del producto y el cocinero, no son esos panzottis con rellenos complejos, o esa trilogia de pastas con tinta de calamar, tomate y espinaca. No señor. Son aquellas donde con tres o cuatro ingredientes se crea magia: con tiempos perfectos de cocción se obtiene una pasta al dente y entregando las proporciones justas de aceite, ajo, pimienta, queso, guanciale o pomodoro, entregamos al plato esa atención al detalle, ese cariño, que es el que entregan los verdaderos italianos a su comida. 

Disfrute!

lunes, 2 de junio de 2014

(Reloaded 1 de 5): Herederos del Dim Sum.

Dim Sum en el Xing Shung

En las primeras entradas (los "Flashbacks"), me dediqué flojamente a publicar artículos que había escrito hace ya muchos años atrás. Conversando el otro día con mi amada, comentamos que quizá sería bueno actualizar un poco esos escritos, ofreciendo algunos datos que convenientemente pudiesen servir como dignos sustitutos a los antros descritos de aquellos años.

Si bien tras la desaparición del Dim Sum de Pedro de Valdivia nunca la comida china volvió a ser lo mismo, debo confesar que dió inicio a una búsqueda muy entretenida por Santiago y por el mundo, la que espero continúe por muchos años: ¿donde podremos encontrar Dim Sum tan rico como el que probamos esa vez?

Si bien a la fecha aun no encontramos algo que sea igual de bueno (ni siquiera en los barrios chinos de Nueva York, Londres o Tokio), encontramos aquí en Santiago tres alternativas que calman un poco la necesidad de bocadillos chinos cuando ésta aparece (ojo que el Madame Tusan no lo menciono, su Dim Sum lo encontré caro, poco y no tan bueno)

YUE HAI (Vergara 193, Santiago)

Al parecer el Yue Hai aun existe (no he ido hace tiempo), y fue gracias a la Guía de Supervivencia en el Yue Hai (publicada en el entretenido blog labuenavida.cl) que encontramos la primera solución a nuestro síndrome de abstinencia de Dim Sum. 

La principal complicación era que en el Yue Hai sólo servían Dim Sum los domingos en la mañana. La segunda, era que la carta estaba sólo en chino (y para ordenar era necesario llevar la Guía de Supervivencia impresa). La tercera, que normalmente las meseras no tenían idea lo que nosotros estábamos pidiendo y había que tratar de comunicarse con la cocinera china de alguna forma.

Superadas esas barreras, llegaba a nuestras mesas un Dim Sum rico, aceptable, con pancitos al vapor rellenos de cerdo, masas de arroz con o sin relleno, uno panes largos parecidos a esos rollos de masa con sabor a ajo que ofrecen en las Domino's pizza (pero sin ajo: fail), y un sin fin de empanaditas al vapor rellenas con verduras y carnes. Fuimos varias veces, hasta que conocimos otras alternativas, un poco más flexibles y amistosas con el occidental ignorante del idioma...


FOOD LAYS (Los Artesanos 681, Recoleta)

Dim Sum en el Foodlays

Este es muy bueno. Frente al Mercado Tirso de Molina, en el tercer piso de un edificio que parece vacío, de interior blanco y escaleras mecánicas, encontramos el primer reemplazo del Yue Hai. No sólo en el Food lays el Dim Sum era variado y rico, si no que además lo servían a toda hora, cualquier día, y tenían carta en español. Y bonus! sus platos de "comida china" eran abundantes, ricos - con un sabor no habitual en los chinos cantoneses usuales -, no tan caros y en un local prístino, amplio y bonito. Además del Dim Sum contaban con una carta de platos "chinos-chinos" de la que probamos un poco, y sin ser descolocante era bastante bueno. Si anda por el sector, es una excelente opción para comer.


XING SHUNG (Vicuña Mackenna 8835, La Florida - Metro Rojas Magallanes)

Hasta que conocimos este, el cual nos demoramos bastante en probarlo. Gran error, pero ya está corregido.
El Xing Shung tiene toda la variedad del Food Lays y más. Tiene una mayor oferta de Dim Sum, correcto y delicioso, es más barato, un ambiente bonito sin dejar de ser muy "chino de Chile". Tiene una mesera seria, que no sonríe, como he visto en videos que son las meseras chinas, dueños todo el tiempo en el salón conversando en chino en torno a una mesa de comida, y más chinos en las otras mesas de a los lados. Si bien creo que algunos platos los adaptan (los de Sichuan principalmente no eran lo que me imaginaba), les daré el beneficio de la duda hasta que algún día viaje a China. 


De los tres presentados, si debo recomendar al más cercano heredero del Dim Sum, diremos hoy el Xing Shung.

Ojalá llegue un día en que más chinos se atrevan a ofrecer estas preparaciones en Santiago, para escapar un poco del chapsui especial, la carne mongoliana y el arroz chaufán con wantanes. Los que son ricos, es verdad, pero en la variedad está el gusto. Cualquier dato para continuar la búsqueda, en cualquier lugar del mundo, se agradece!